Desde tiempos remotos, y más que por instinto, los seres humanos han enterrado a sus muertos, pues un cuerpo insepulto no está muerto, está condenado. Antígona así lo sabía, y es por eso que pese a la prohibición de Creonte de sepultar a Polinices, esta prefirió desobedecer las leyes civiles antes que a las leyes divinas, a riesgo de perder su propia vida. La sepultura le otorga un lugar a los muertos en el mundo de los vivos. El sepulcro es el lugar de la sepultura, un símbolo, una puerta, que permite mantener vivos a los muertos, no olvidados

El videoperformance Ser Piedra consiste en una acción cíclica, que me permite a través del dibujo, transformar mi propio cuerpo en un sepulcro. La exploración desarrollada en este proyecto, busca responder en primera instancia a una pregunta por la representación del cuerpo del desaparecido; por ello, de forma análoga como opera en los sepulcros, donde la dureza y el peso de la piedra simbolizan la ausencia, el vacío, en esta acción la fragilidad de mi cuerpo representa la roca, la cual queda plasmada en la ligereza de la línea que la dibuja. 

La acción es mediada por una webcam que proyecta mi propia imagen pero con un pequeño Delay, lo que permite que el cuerpo juegue como un vaivén en el que se vive y se muere constantemente. Éste gesto artístico me resultó muy potente. Pues a partir de éste empezaron a surgir interesantes reflexiones; sin embargo, a mi principalmente me interesó aquella donde se hizo evidente la relación simbólica, entre el movimiento y la vida, y la quietud con la muerte.