La instalación está pensada básicamente para resaltar la ausencia y el vacío que se hacen presente en estas imágenes y que bien reflejan el horror de la desaparición.  Por ello, la puesta en escena privilegia este gesto. En una serie de torres de papel, gracias a un sotfware de mapping, se proyecta sobre su cara superior, las imágenes apropiadas que conforman el atlas. A simple vista se tiene la sensación de que se trata de simples torres de papel, sin embargo, quien desee internarse en el contenido del Atlas deberá pasar la hoja, es decir, deberá tomar la hoja superior para descubrir que imagen se esconde debajo de esa, para descubrir hace falta remover las capas superiores, el espectador podrá remover cuantas hojas quiera y las imágenes que irá encontrando cambiarán de forma infinita. Lo paradójico y quizás lo más potente de la acción, es que quien pasa la hoja a su vez descubre que el papel está en blanco, es decir, la imagen jamás se puede aprehender.